domingo, 10 de agosto de 2008

DE TAL PALO...TAL ASTILLA.

Enganchados al verde

Cuando están en el estadio de A Malata, un extraño «hormigueo» les recorre todo el cuerpo: el causante de esa fiebre se llama Racing de Ferrol

En las casas de Manuel y Coke Blanco el verde es mucho más que un color cualquiera del arcoiris. Verde es el campo de A Malata y de verde también se visten los jugadores del equipo de fútbol que apoyan hasta la extenuación.

Manuel cuenta que es hincha del Racing de Ferrol desde que tiene memoria. Los primeros partidos se los papó en el viejo campo de O Inferniño, antes de su transformación en el estadio Manuel Rivera. «La imagen de aquella época que me viene a la cabeza es la de los jugadores asomando la cabeza por los vestuarios, que eran una especie de casetas muy destartaladas», recuerda el palo de esta historia.

Corrían los años 50 y Manuel Blanco disfrutaba viendo a Sobrino, Perniche y a otros muchos haciendo milagros con el balón. Después, en el 58, le llegó su oportunidad: «Aquel año se creó la sección de juveniles del Racing y yo fui seleccionado entre unos cien chavales para formar parte del equipo», recuerda orgulloso.

La aventura apenas duró dos años, pero a Manuel le bastaron para saborear la emoción del campo. Estos días recuerda con especial intensidad aquella época, porque en este 2008 se cumplen las bodas de oro del primer equipo verde de juveniles y el Racing lo va a conmemorar con una celebración por todo lo alto. «Va a ser muy bonito, porque todos los jugadores de aquella formación nos vamos a reunir, y tendremos, por supuesto, un recuerdo especial para los que ya no están».

Pero volvamos de nuevo al pasado. Ya en 1960, Manuel abandonó los campos de juego, pero no así su afición por el Racing, que supo transmitir a sus hijos. Coke tomó el testigo con gusto desde muy pequeño, como su padre, pero las imágenes infantiles que guarda de O Inferniño son muy diferentes a las de Manuel.

«De aquellos primeros partidos de los ochenta me ha quedado grabado el recuerdo de un estadio casi vacío, en el que los aplausos hacían eco», relata Coke mirando atrás. «En cambio yo -apunta su padre- tengo el recuerdo de un campo lleno hasta la bandera, y de los aficionados, casi todos hombres, abarrotando las calles después del partido, de camino a la plaza de España, donde se reunían con sus mujeres».

Durante algunos años, el palo y su astilla fueron juntos al campo. Pero llegó un momento en el que el hijo quiso volar en solitario. Ahora anima a su equipo desde las filas del Clan Ruso -una de las peñas más entusiastas del Racing-, en las gradas de preferente. Frente a él, en tribuna, su padre hace lo propio con los amigos. Pero los nervios que les recorren el cuerpo cuando el balón se acerca a la portería son los mismos. «No es fácil ser aficionado del Racing, porque se sufre mucho», advierte Coke con una sonrisa.

Además de coincidir en el carácter y en sus ojos claros -azules los del hijo, y verdes los de su padre-, uno y otro comparten las mismas ideas sobre el conjunto local. Opinan que su gran fortaleza es la gestión: «El Racing es un club muy honrado, que paga religiosamente a sus jugadores, y eso habría que valorarlo más», advierte Manuel. Y a los jugadores, lo que les piden, sobre todo, es que «sientan los colores» y no se dejen deslumbrar por los cheques con muchos ceros. «El cáncer del fútbol actual, y no lo digo por nuestro equipo, es el dinero», dice Coke.
A los dos también les gustaría que creciera el número de aficionados, aunque los que hay -advierten- son «muy fieles». Y para decir adiós, eligen su grito de guerra preferido:
«¡Aupa Racing!»



1 comentario:

Anónimo dijo...

ESE CLAN!!!!! GRAN HISTORIA ! ESPERO QUE TODO EL CLAN ESTÉ BIEN Y ESTÉ PASANDO UN BUEN VERANO

SALUDOS